Son los seres fabulosos mejor descritos y conocidos, pues por su naturaleza mixta podían alternar y conversar con los hombres.
Tenían cuerpo de caballo y busto de hombre. Habitaban las regiones montañosas de Tesalía y Arcadia. Su origen es distinto según las versiones. En una son hijos del Sol y una Oceánida. En otra de Apolo y Hebe.
Píndaro les supone descendientes de Ixion y de la nube Nefela. Ixion y Nefela tuvieron un hijo que se llamó Centauro o cazador de toros; este Centauro se unió con las yeguas del valle de Pelión, en Tesalía, y así dio origen al pueblo de monstruos medio hombres y medios caballos.
El más famoso y sabio de todos los centauros fue Quirón, educador y maestro de muchos héroes y semidioses, entre ellos Aquiles, al que alimentó con médula de osos y sangre de leones.
Quirón era hijo de Cronos (Saturno) y era inmortal, pero Hércules en su lucha contra los centauros le hirió con una flecha envenenada con sangre de la Hidra de Lerna, y Quirón, después de nueve días de sufrimiento, pidió a los dioses que le dejaran morir. Cedió su inmortalidad a Prometeo que se hizo así inmortal en vez del centauro. Zeus, compadecido de Quirón, le trasladó al cielo, donde se convirtió en la constelación de Sagitario.
Se conocen otros centauros por sus nombres: Neso, Nicos, Eurito, Bianor, Eurímonos, Agrios, Petraios, Drialos, Oureios... Fue famoso el combate entre Centauros y Lapitas. Piritoo, rey de los lapitas, se casó con Hipodamia. El centauro Eurito, invitado a la boda, se embriagó y trato de abusar de Hipodamia. En castigo, Piritoo le corto las orejas y le echó. Los otros centauros acudieron a defenderle, lucharon con los lapitas y fueron vencidos. El centauro Neso raptó a Deyanira, esposa de Hércules. El héroe le atacó y lo abandonó ya moribundo. Neso acudió a Deyanira y le dijo que si recogía la sangre de las heridas y la bebía, recuperaría el amor de Hércules. Deyanira empapó una túnica en la sangre de Neso y la mandó a Hércules. Pero era sangre envenenada y Hércules enloqueció cuando se puso la túnica.
Cuenta la mitología griega que en los boscosos montes de la región de Tesalia vivía una raza de seres fabulosos y salvajes, mitad hombres y mitad caballos: los centauros, cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos. En cierta ocasión, algunos de ellos fueron convidados a la boda de su primo Piritoo, rey de los lapitas, quienes habitaban en una de las regiones de Grecia. Hasta ese momento, los centauros jamás habían consumido vino, de forma que durante el banquete nupcial acabaron borrachos. La ebriedad terminó por desatar en ellos las más bajas pasiones. Trataron de violar y raptar a la propia novia, Hipodamía y a algunas de las mujeres que asistían al banquete. Se desencadenó así una cruenta lucha entre los lapitas que acabaron triunfantes, y los centauros, muchos de los cuales perdieron la vida en el combate.
Vista de la única metopa de la centauromaquia que aún queda in situ en el Partenón.
Este tema mitológico, que viene a querer representar la existencia en el espíritu humano de una doble naturaleza (la del instinto y las pasiones brutales de los centauros y la de la razón y los valores más humanos, de los lapitas) es el tema que se representaba en las 32 metopas del lado sur del Partenón, en las que se narra el cruel enfrentamiento entre los dos grupos. Los lapitas figuran desnudos (aunque algunos visten una clámide) y emplean escudos circulares, habiéndose perdido las espadas que debieron usar. Cuando la representación alcanza a una de las mujeres ultrajadas, ésta viste con el típico atuendo helénico, con abundantes pliegues. Por su parte, los centauros, como corresponde a su naturaleza semisalvaje, se representan desnudos, aunque en algunas ocasiones portan pieles de animales.
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Enfrentamiento entre un centauro y un lapita.
Tradicionalmente la realización de estos relieves se atribuía al famoso escultor Fidias y se consideraba que debió crearlos justamente en los momentos iniciales de la construcción del edificio, en torno al año 447 a.C. Hoy se estima más acertado considerar que este amplio conjunto, en el que no puede señalarse una completa unidad de estilo, se debe a la mano de diversos artistas que formaron parte del taller de Fidias, correspondiendo a éste la supervisión general del proyecto, cuya realización pudo extenderse, aproximadamente, entre la fecha indicada y el año 440 a.C. Hay incluso opiniones que señalan que la diferencia estilística es debida a que algunas de las metopas fueron creadas para un proyecto anterior del Partenón, que jamás fue llevado a cabo. En todo caso, estas obras son uno de los mejores exponente de la escuela de escultura ática que floreció en Atenas a mediados del siglo V a.C. El estilo clásico está ya aquí mostrado en todo su esplendor.
De aquel magnífico conjunto de 32 piezas no nos han llegado más que 18, además de varios fragmentos de otras. Pero además, las conservadas se encuentran bien dispersas. Sólo una de las metopas se encuentra aún en el mismo sitio para el que fue creada. Hay otra más en Atenas; otras quince se hallan en el Museo Británico de Londres (formando parte de la denominada colección Elgin) y otra se custodia en el Museo de Louvre, en París. Hasta ahora todos los intentos realizados por las autoridades griegas para que las obras sean devueltas al país han resultado infructuosos.
Detalle de un lapita en una de las metopas.
En fin, ya hemos dicho que los civilizados lapitas fueron los vencedores y los salvajes centauros acabaron derrotados. Pero hay dos cosas que deberían llamar nuestra atención: en las escenas de las metopas ningún centauro aparece muerto, situación en la que hallamos a uno de los lapitas. Por lo demás, los rostros de los centauros son mostrados como plenamente humanos, en el sentido de que no puede atribuírseles una especial ferocidad. Parecería como si el autor o los autores de este impresionante conjunto nos quisiesen decir que lo racional y lo irracional forman parte, de manera inseparable, de la naturaleza humana. Y por ello se trató de representar a aquellos salvajes con una cierta humanidad. Hasta esos detalles llegaba el clasicismo.
AMAZONOMAQUIA
En mitología, las Amazonas conformaban una nación de mujeres guerreras, descendientes de Ares, el dios de la guerra, provenientes de Asia Menor y asociadas con la fundación de ciudades como Éfeso o Esmirna2. Homero, quien las menciona bajo el epíteto de antianeira (oponentes/combatientes de hombres), nos cuenta que fueron enfrentadas por Belerofonte a la vez que Príamo recuerda haber combatido contra ellas durante su juventud3.
Por otra parte en Aethiopis, Pentesilea, reina de las Amazonas, y su ejército se unieron a los troyanos en la lucha contra los griegos después de la muerte de Héctor. No obstante, durante el siglo VI, el mito que prevaleció en la pintura de vasos fue el de la novena empresa de Heracles: obtener el cinturón de la reina de las Amazonas, Hipólita, en Temiskira4. Es de particular interés que la aparición de Heracles en el arte de este periodo se encuentra asociado con Pisístrato, quien al parecer quiso realzar su imagen identificándose con el héroe5, aunque hacia finales del siglo VI sus sucesores eligieron a Teseo. Este fue el periodo durante el cual varios mitos relacionados al héroe convergieron en la épica Theseis, que narraba el rapto de la Amazona Antíope con la consecuente invasión de su ejército al Ática. De hecho, esta versión del mito adquirió cada vez más popularidad cuando Kimon trajo los restos de Teseo a Atenas para ser colocados en el Theseion, un monumento fúnebre decorado con las proezas del héroe.
Las metopas de la Amazonomaquia en el Partenón, algunas de ellas aún visibles, se ejecutaron entre los años 447-44018 donde, al igual que en Delfos, las Amazonas aparecen luchando a caballo o a pie, y armadas con hachas y arcos. A pesar de su deterioro y del hecho que Pausanias no se refiere a ellas en su reporte sobre el templo, los dibujos de Jaques Carrey hechos en 1674 previo a la explosión del Partenón durante la guerra turco-veneciana, junto a los restos que se preservan, permiten formarnos una idea de los originales19. A partir de esto, es posible deducir que, aparte de la primera metopa, las trece restantes muestran a una Amazona y a un griego en combate. La última metopa, además, muestra a un griego tirando a una Amazona del cabello, un motivo que ya había aparecido en Olimpia y en la pintura de vasos formando parte de una popular tendencia que continuará por siglos20. La composición, no obstante, no muestra señales de un principio ni un final, ni tampoco es posible identificar a algún líder o lugar específico21. Los griegos parecen ser derrotados en las metopas ecuestres22, mientras resultan victoriosos en las metopas donde se observan luchas a pie.
Considerando que otra Amazonomaquia se encontraba en el mismo templo, a saber, en el exterior del escudo de la estatua monumental de Atenea Parthenos24 en el interior del Partenón, es probable que la alusión de la invasión persa del año 480 no haya pasado desapercibida a nadie.
La asimilación de las Amazonas con extranjeros/persas después de las Guerras
Médicas, se evidencia en las artes visuales a través de la incorporación de elementos persas en
su iconografía, como por ejemplo en la vestimenta, el armamento o ciertas posturas,
estableciéndose una fusión entre motivo familiar (las Amazonas) y observación cotidiana (los
persas). Estas innovaciones aparecieron no sólo en monumentos públicos como la Stoa
Poikilé o el Partenón, sino que también en la pintura de vasos de uso doméstico. Por lo demás,
siglo V, la Amazonomaquia ha perdido su significado alegórico para centrarse
de la civilización.
A pesar de las variaciones en su representación y de los diversos contextos en los
cuales es posible encontrarla, la permanencia de la Amazonomaquia en el arte griego nos da
cuenta de su inagotable versatilidad y de la fascinación que estas mujeres-guerreras debieron
haber causado en la Antigüedad. Al parecer, su recurrente aparición en monumentos públicos
nos da cuenta no sólo de la capacidad con que el mito pareció funcionar como alegoría de la
confrontación entre griegos y persas, sino que también del modo en que las Amazonas
pasaron a simbolizar la antítesis de lo que se consideraba ser ‘griego’. En este sentido, la
Amazonomaquia como símbolo de lo ‘otro’ cumplió un rol esencial en definir una identidad
helénica al representar todo aquello considerado opuesto a los valores establecidos por la
polis.
GIGANTOMAQUIA
Causa del enfrentamiento
Zeus había encerrado a los Titanes en el Tártaro. Gea, su abuela, madre de Cronos y Rea, se enfadó y declaró la guerra a los dioses olímpicos, enviando a sus hijos, los Gigantes, al combate.
Preparativos
El ataque de Gea no ocurrió justo después de la afrenta, por lo que Zeus tuvo tiempo de prepararse. Como los Gigantes eran inmortales ante los dioses, Zeus se unió a Alcmena y engendró a Heracles.
A su vez, Gea hizo crecer una hierba que volvía a sus hijos invisibles a los ojos de los humanos e inmortales a sus golpes. Al saber esta situación, Zeus impidió que Helios, Selene yEos se levantasen hasta que lograse descubrir la hierba mágica.
El enfrentamiento
La batalla se libró donde habitaban los Gigantes, en Flegra (‘tierra ardiente’). Los comandantes fueron Eurimedonte, Alcioneo y Porfirión
Los dioses reunidos sufrieron un primer asalto. Los Gigantes avanzaron esgrimiendo antorchas hechas de troncos de robles y arrojando picos y rocas.
- Heracles atacó primero a Alcioneo, atravesándolo con una de sus flechas envenenadas. El gigante sólo era inmortal sobre su tierra natal, por que Heracles lo arrastró lejos de ella. Se dice también que, al heredar la fuerza de Zeus, lo mató partiéndole el cuello con sus manos.
- Porfirión intentó violar a Hera. Zeus lo fulminó y Heracles lo remató con otra flecha envenenada.
- Efialtes murió de un flechazo en cada ojo, uno de Apolo y otro de Heracles.
- Cuando Encélado abandonaba el campo de batalla, Atenea lo aplastó con la isla de Sicilia, donde quedó encarcelado. Su aliento de fuego surge del Etna. Según otras versiones Encélado fue muerto por Sileno.
- Palas fue vencido por Atenea, quien lo desolló para usar su piel (la égida) como armadura.
- Mimas fue sepultado por Hefesto bajo una masa de metal fundido, en la que sigue preso (el Vesubio).
- Polibotes fue enterrado por Poseidón, quien le arrojó un pedazo de la isla de Cos, dando así lugar a la nueva isla de Nisiros.
- Hipólito fue derrotado por Hermes, llevando éste un casco que le hacía invisible.
- Gración fue abatido por las flechas de Artemisa.
- Dioniso noqueó a Éurito con su tirso.
- Hécate quemó a Clitio con sus antorchas infernales.
- Armadas con sus mazas de bronce, las Moiras mataron a Agrio y Toante.
Cada Gigante fue rematado por las flechas de Heracles empapadas en el veneno de la Hidra de Lerna, excepto los que quedaron presos bajo las islas.
Muy buena info, gracias, esos griegos y sus maquias...
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